PERCY

Es una prueba indubitable de salud y pluralismo democrático en nuestra España actual, algo que, en sí mismo, celebramos porque forma parte del ADN del protestantismo.

 

El pasado 26 de mayo, el Ayuntamiento de Moral de Calatrava (Ciudad Real) reconocía la figura del inglés D. Percy J. Buffard (fundador de la Misión Evangélica Española en 1917) con una plaza con su nombre. Este acontecimiento es, en sí mismo, muy valioso para toda la comunidad evangélica manchega y española, y, sobre todo, para la directamente heredera de la obra de Buffard y sus acompañantes y sucesores, iglesias como la de Valdepeñas o la misma de Moral de Calatrava, o Santa Cruz de Mudela y Manzanares entre otras.

Al mismo tiempo, es fascinante unir este hecho a otras iniciativas recientes en la misma dirección y en distintas localidades manchegas. Así, el Ayuntamiento de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) inauguró también una calle con el nombre de Juan Calderón Espadero (primer cervantista manchego y primer periodista protestante español) También la vecina Villafranca de los Caballeros (Toledo) lugar de nacimiento de Calderón en 1791, ha reconocido con el nombre del helenista, la casa de la Cultura de la localidad. Es notable también resaltar que la población vecina, Camuñas, también en la provincia de Toledo, ponía en su justo valor al gran misionero evangélico alemán D. Federico Fliedner (1845-1901) identificando, igualmente, a su Casa de Cultura con su nombre, hace ahora justamente un año, en mayo de 2017.

Estos actos no son solamente un merecido reconocimiento a los que trabajaron por la extensión del evangelio en condiciones durísimas en una España hostil a la Palabra de Dios y muy atrasada social y políticamente. Son una muestra de lo mucho que está cambiando España, para bien. Que existan ahora calles y plazas y lugares públicos con nombres de ilustres protestantes en nuestra Región, (como ocurre en incontables lugares de España ya) es una prueba indubitable de salud y pluralismo democrático en nuestra España actual, algo que, en sí mismo, celebramos porque forma parte del ADN del protestantismo. Damos gracias a Dios que mueve las mentes y conciencias de los políticos para realizar este tipo de acciones. Esta memoria pública es una inestimable herramienta de lo que podríamos llamar pre-evangelización, pues ayudan a vencer muchos prejuicios que todavía anidan en nuestra España contra la Biblia y el evangelio mismo. Son puentes culturales que no debemos desdeñar. Usemos estas oportunidades.

Es también una evidencia del notorio arraigo de la fe evangélica en España. España no fue durante el siglo XVI, el siglo de la Reforma, ni lo fue después, en cuanto se dieron las más mínimas posibilidades de expansión misionera, un lugar donde la fe protestante no cautivara al espíritu español, por usar las palabras de John A. Mackay, discípulo de nuestro Miguel de Unamuno, y gran misionero escocés en Hispanoamérica. Muy al contrario, nuestra Historia está llena de hombres y mujeres que estuvieron dispuestos a dar sus vidas por este evangelio de la salvación exclusivamente en el Señor Jesucristo. Es un honor seguir en sus pasos y seguir anunciando ese mismo evangelio en estos mismos lugares de La Mancha. Hoy en día, los tiempos han cambiado y, más que hostilidad, enfrentamos indiferencia. Lo que no cambia es el mensaje. Un mensaje relevante siempre: solo Cristo salva. Como decía Percy J. Buffard: «Fuera de Cristo no hay verdadera sabiduría ni entendimiento».

José Moreno Berrocal